Con una fotografia satelital podemos observar los detalles de este cerro emblemático para Huayán, llamado Karkin, donde las huellas de nuestros primeros padres, aún se niegan a desaparecer, no obstante a los persistentes embates de la naturaleza y a la depredación ocasionada por el continuo traficar de los animales de pastoreo.
Es que, estas huellas fueron formándose desde épocas precolombinas, desde cuando las culturas Chavin y posteriormente Recuay, fueron expandiéndose hacia el oeste. En los andenes o chacras que observamos, los primeros pobladores del Ayllu Karkin, cultivaron básicamente la papa, la oca y el olluco, entre otros; apacentaban auquénidos y cazaban venados, tarugos y algunos pequeños animales salvajes como la vizcacha y la perdiz. La relación hombre_tierra era indivisible por ser una actividad económica primaria y autóctona de la región andina.
Es que, estas huellas fueron formándose desde épocas precolombinas, desde cuando las culturas Chavin y posteriormente Recuay, fueron expandiéndose hacia el oeste. En los andenes o chacras que observamos, los primeros pobladores del Ayllu Karkin, cultivaron básicamente la papa, la oca y el olluco, entre otros; apacentaban auquénidos y cazaban venados, tarugos y algunos pequeños animales salvajes como la vizcacha y la perdiz. La relación hombre_tierra era indivisible por ser una actividad económica primaria y autóctona de la región andina.
Karkin con sus 3,402 m.s.n.m, al lado de los demás ayllus (Rucash y Huayanpeti), eran tierras apropiadas para la agricultura. Actualmente, son pocos los terrenos que se cultivan por esos lugares debido a la escasez de la lluvia y al calentamiento global. No obstante a estas limitaciones, con un mejor aprovechamiento de los recursos hídricos existentes, se pueden recuperar dichos terrenos de cultivo. Basta con observar Aija, La Merced, Huacllán y otros pueblos cercanos a Huayán, que a pesar de su mayor altitud que Karkin, siguen cultivando sus tierras andinas, con sus escasas aguas de regadío.
Nuestro reconocimiento a los primeros padres huayanos quienes desde las alturas nos enseñaron a cultivar la tierra, a integrar a los ayllus y a trabajar comunitariamente . Dicen que “Un padre vale más que un centenar de maestros de escuela". (George Herbert), por tanto, sus hijos y alumnos de hoy nos sentimos orgullosos de ser su progenie y herederos de una gran cultura.
Nuestro agradecimiento a los primeros padres que fundaron el distrito de Huayán, en los inicios del siglo pasado, como los Gomero, Arnao, Bayona, Castillo, Amancio, Berrocal, Anaya, Vergara, Quiroz, León, Bojorques, Del Castillo, Mejía, Huané, Serna, Rodríguez, Palacios, Huayta, Ramos, Chávez, Berríos, Torres, Espíritu, Luna, Méndez, Cifuentes, Collas, Braúl, Orellana, Huerta, Paria, Quiñones, Espada, Espíndola y muchos más. A todos aquellos que, como dijera el gran César Vallejo: Caminante, camino se hace al andar, caminaron por estrechos senderos desde Huarmán hasta Huarmey, dejando el camino a seguir para todas las generaciones venideras. Para todos aquellos que hicieron pueblo y patria con trabajos comunales bajo el olvido de todos los gobernantes de turno, pero con la fortaleza y sacrificio heredado de sus antepasados.
Un saludo especial a los padres huayanos que aún continúan en el fragor de la vida, labrando la tierra y el futuro de sus hijos. Para los padres agricultores de grandes trigales, para los padres ganaderos que luchan contra los abigeos y las sequías; para los padres artesanos, cuyo arte se transforma en servicios para el hogar, y para los padres profesionales que contribuyen en el desarrollo de su pueblo. A todos ellos, en la persona de don Avencio Castillo León, valioso padre, quien me enseñó a caminar por Karkin, sembrando papas, preparando el horno para la huatia y luego a servirnos en familia la riquísima cushara y un sustancioso yacu kashqui, bajo los arbustos del ranqué y el yané; mis mayores deseos para todos ellos, que Dios los bendiga con mucha salud y bienestar.
Finalmente, un homenaje póstumo a los padres huayanos que traspasaron el velo de la eternidad, no digo a los que murieron porque como se expreso un pensador, "la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida." y porque ellos han dejando profundas huellas, tanto en sus hogares como en el entorno de nuestro distrito y en las instituciones que les correspondió vivir: a don Pastor Berrocal León, Marciano Braúl Berrocal, Gregorio Berrocal, Adolfo Huayta Luna y otros más; mis respetos y reconocimiento especial, desde estas lejanas tierras americanas. (extractos del libro Huayán Querido, en edición).
Nuestro reconocimiento a los primeros padres huayanos quienes desde las alturas nos enseñaron a cultivar la tierra, a integrar a los ayllus y a trabajar comunitariamente . Dicen que “Un padre vale más que un centenar de maestros de escuela". (George Herbert), por tanto, sus hijos y alumnos de hoy nos sentimos orgullosos de ser su progenie y herederos de una gran cultura.
Nuestro agradecimiento a los primeros padres que fundaron el distrito de Huayán, en los inicios del siglo pasado, como los Gomero, Arnao, Bayona, Castillo, Amancio, Berrocal, Anaya, Vergara, Quiroz, León, Bojorques, Del Castillo, Mejía, Huané, Serna, Rodríguez, Palacios, Huayta, Ramos, Chávez, Berríos, Torres, Espíritu, Luna, Méndez, Cifuentes, Collas, Braúl, Orellana, Huerta, Paria, Quiñones, Espada, Espíndola y muchos más. A todos aquellos que, como dijera el gran César Vallejo: Caminante, camino se hace al andar, caminaron por estrechos senderos desde Huarmán hasta Huarmey, dejando el camino a seguir para todas las generaciones venideras. Para todos aquellos que hicieron pueblo y patria con trabajos comunales bajo el olvido de todos los gobernantes de turno, pero con la fortaleza y sacrificio heredado de sus antepasados.
Un saludo especial a los padres huayanos que aún continúan en el fragor de la vida, labrando la tierra y el futuro de sus hijos. Para los padres agricultores de grandes trigales, para los padres ganaderos que luchan contra los abigeos y las sequías; para los padres artesanos, cuyo arte se transforma en servicios para el hogar, y para los padres profesionales que contribuyen en el desarrollo de su pueblo. A todos ellos, en la persona de don Avencio Castillo León, valioso padre, quien me enseñó a caminar por Karkin, sembrando papas, preparando el horno para la huatia y luego a servirnos en familia la riquísima cushara y un sustancioso yacu kashqui, bajo los arbustos del ranqué y el yané; mis mayores deseos para todos ellos, que Dios los bendiga con mucha salud y bienestar.
Finalmente, un homenaje póstumo a los padres huayanos que traspasaron el velo de la eternidad, no digo a los que murieron porque como se expreso un pensador, "la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida." y porque ellos han dejando profundas huellas, tanto en sus hogares como en el entorno de nuestro distrito y en las instituciones que les correspondió vivir: a don Pastor Berrocal León, Marciano Braúl Berrocal, Gregorio Berrocal, Adolfo Huayta Luna y otros más; mis respetos y reconocimiento especial, desde estas lejanas tierras americanas. (extractos del libro Huayán Querido, en edición).
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