Siguiendo el mismo enfoque del articulo anterior (La Virgen de Huayán-8 de diciembre), en esta oportunidad, trataremos sobre la singularidad con que se celebra en Huayán la fiesta tradicional del “25 de diciembre”, cuyas vivencias, también, quedaron impregnadas en mi mente, cuando aún era un infante.
Recientemente, un hijo mío de 11 años de edad, estudiante de un colegio de Arizona-USA, recibió la tarea de hacer una exposición sobre las costumbres navideñas en el mundo. Este jovencito, con raíces peruanas, no vaciló en elegir al Perú, para tratar sobre la navidad en el país de sus ancestros. Cuando me solicitó la respectiva información para su tarea, afloró en mi mente un sinnúmero de costumbres y tradiciones peruanas referidas a la celebración de la navidad en el Perú.
Lima, con sus nacimientos, pavos, panetones, chocolates, regalos y champañas, me parecía algo superfluo y artificial; sin trascendencia ni originalidad, identificada con costumbres foráneas como los nacimientos (pesebres) en los que se colocan escarchas para imitar navidades de otros países. Luego pasé a los retablos ayacuchanos o cuzqueños, no obstante a su belleza artística, no aportaban mayores elementos para representar dicha celebración navideña. Seguí recorriendo imaginariamente por las danzas huancas, cajamarquinas o arequipeñas, sin dejar de lado las costumbres de la selva como Iquitos o Ucayali, poco significativas, por cierto.
Finalmente, optamos por centrarnos en las navidades de Huayán, porque al margen de contar con toda la información necesaria, era lo más propio, original y muy tradicional, en ese pueblito tan rico en tradiciones y costumbres, sin ninguna injerencia del mundo moderno, y algo muy importante, al margen de cualquier interés comercial o imposiciones forzadas del centralismo y la globalización.
Para empezar el trabajo la primera pregunta de ley fue…Por qué el 25 de diciembre? - a lo cual respondí acudiendo a las fuentes religiosas donde nos dicen que “...Tradicionalmente se celebra este día el nacimiento de Jesús, ya que coincide con las saturnales (festividad romana a la que llegó a denominarse "fiesta de los esclavos"... era, si se permite la comparación, Navidad y Carnaval a un mismo tiempo y el cristianismo de la antigüedad tardía tuvo fuertes problemas para acabar con esta fiesta pagana, intentando sustituirla. Pero, por otro lado, los evangelios no daban una fecha concreta sobre el nacimiento de Jesús. Aunque parecería lógico situar su nacimiento en el año 1, en realidad este fue establecido mediante un cálculo erróneo y hoy se sabe que debió de tener lugar entre dos y siete años antes; y la celebración de esta cristiano evento, el 25 de diciembre; por cuanto por esas fechas también habían celebraciones de otros reyes importantes, de aquellas épocas".
El Niño Dios, el Niño Jesús o el Niño Manuelito, dentro de la tradición religiosa del mundo cristiano, tanto en España como en Latinoamérica, siempre estuvo vinculado a hechos milagrosos tanto en el campo social-humano y en los eventos bélicos; algunas de ella junto a su santísima madre María. Por ejemplo El Niño de Praga “consagrada a esta advocación de la Virgen surgida de la batalla de Lepanto y entregada a los carmelitas descalzos, en conmemoración de la victoria alcanzada por las tropas del Sacro Imperio Romano Germánico sobre las protestantes, en la decisiva batalla de la Montaña Blanca, que tuvo lugar el año 1620 en las afueras de Praga, por la que Fernando IV de Habsburgo”.
También esta ligada a eventos bélicos, como el Nino de Lachoc-Huancavelica, más conocido como El Niño Mariscal, donde según la tradición de los pueblos andinos del Centro del País, este niño ayudó, espiritualmente, a protegerse del enemigo chileno, durante la Campana de la Breña.
En las costumbres y tradiciones de nuestros pueblos andinos, el Niño Dios es adorado y en las épocas navideñas los niños, en especial, le piden directamente un regalo o una bendición. En el siglo XX esta tradición fue convirtiéndose, subliminalmente, en un papá Noel, a quien, las culturas de países desarrollados, lo utilizan más como figura central de las navidades; lo cual se ha convertido en un personaje netamente comercial.
Casi al mismo tiempo que la Virgen María llegaba a Huayán, su hijo El Niño Jesús, también lo hacia, y el pueblo, adecuándose al santoral católico y a sus respectivas festividades, el 25 de diciembre se convierte en este pueblo en uno de los eventos festivos de fin de año más importantes del lugar, para adorar y rendirle pleitesía a este Niño Dios quien, en buena cuenta, es el Salvador de la Humanidad, Nuestro Señor Jesucristo. El Unigénito por haber nacido de un Padre espiritual (Celestial) y de una madre terrenal. Para una mejor identificación con el momento lo llamaremos mejor EL NIÑO JESUS DE HUAYAN.
En qué se diferencia la celebración de la navidad en Huayán de otras celebraciones en el Perú y el mundo?...fue la pregunta de fondo, que este joven investigador nos la hizo. A la cual le respondimos, dejando de lado fuentes escritas o audiovisuales, solo valiéndonos de la experiencia vivida en el Paraíso perdido en los andes llamado, Huayán.
Es una fiesta con casi una semana de duración (5-6 días) donde la competencia es el elemento impulsador, la danza: la expresión artística de la alegría y el regocijo, cuyo arte y tradición son demostrados por unos danzantes denominados “Los Negritos de Huayan”, la comida tradicional, fortalecedora e indispensable para los actores y público observador. Todo esto para darle un marco especial, con rituales de adoración, muy peculiares y llenos de una fe profunda en el hijo de la Virgen María.
La preparación y ejecución de la fiesta a cargo de un procurador, sus mayordomos y caporales es de casi un año, porque para asegurar que la fiesta salga bien, la preparación es con mucha anticipación, mas aún cuando se va a competir con otros grupos que amenizarán el evento.
En líneas generales, le expliqué, a mi interesado interlocutor, que la fiesta empezaba el 23 de diciembre, cuando se rompía el silencio de un pueblo, precisamente con la noche del “rompe”, así llamado porque se tratara de romper simbólicamente el piso empedrado de las calles con bailes varoniles y casi guerreros, al son de acordes musicales a cargo de orquestas especialmente contratadas de otros lugares de la región. A romper con toda la fuerza que tiene el competido es la consigna de los danzantes quienes han salido por separado: los negritos del barrio de arriba y los negritos del barrio de abajo (por los años 60’s del siglo pasado, participaba el barrio del centro, pero tuvo muy poca duración).
En esta noche, de inicio de fiesta, no importa la vestimenta o el disfraz, porque para esta ocasión, lo más importante, es participar en el anonimato, con máscaras, campanillas y ropajes que soporten los golpes y empujones, al momento del gran choque, cuerpo a cuerpo pero danzando con fuerza, arte, virilidad y astucia. La oscuridad es el cómplice para el anonimato y las bebidas calientes, fortalecedoras de la energía y el carácter.
El día 24, víspera de navidad (la noche buena), desde tempranas horas, luego de un buen desayuno, en base a ponches y cuhuayes, los negritos elegantemente vestidos de terno completo (color negro de preferencia) y ataviados de dos bandas cruzadas cubiertas de plata de 9/10, cargando sobre sus hombros 4 huehash (comadrejas - animalitos disecados parecidos los pequeños zorrillos) también adornados de plata, con un sombrero elegante decorado con guirnaldas de flores y cintas multicolores de seda colgadas hacia la espalda, con una campanillas de mano y una máscara negra de piel, estos danzantes se lanzan a las calles para demostrar lo mejor que han preparado para esta ocasión. En cada cuadra se detienen a cantar una canción con su respectivo estribillo. A las 12 del día y 6 de la tarde hacen un alto para restituir las energías perdidas, con un buen sancochado y picante de cuy y su vaso de chicha de jora. A media noche, unidos con el pueblo presencian en la iglesia un nacimiento de Jesús, en vivo, donde la felicidad inunda de alegría en cada rostro de los presentes y danzantes.
El día 25, día central del evento, continua el mismo ceremonial hasta llegar la tarde donde el Niño Dios recorre por las calles en una procesión lleno de recogimiento espiritual, donde la paz y el amor se juntan, porque los danzantes dejan de competir, para rendirle pleitesía con oraciones y cánticos al Mesías recién nacido.
Al día siguiente, se complementa el evento con algunas actividades culturales, deportivas y de entretenimiento. Los detalles de esta gran fiesta navideña te las contaré en otra oportunidad, le dije a mi interlocutor, quien no dejó escapar la pregunta de...y quiénes son esos negritos que bailan?
A lo cual respondí con emociones encontradas de añoranza, nostalgia y orgullo. Para no ir muy lejos y con el compromiso de explicarte, con más detalles en un futuro próximo, le dije a mi hijo: Estos “negritos” y demás componentes de la fiesta navideña, nacen a consecuencia de una mezcla de dos culturas, la española y andina del Perú. Con la llegada de los conquistadores y su proceso de evangelización, los negritos, al igual que en Huánuco, Ica y otras ciudades del Perú, los de Huayán son muy especiales por haber desarrollado un arte que identifica a un pueblo que se yergue en los andes, como algo propio, singular y sin modelos externos o foráneos.
Es por esta razón que “El día 27 de Febrero/2009, el Instituto Nacional de Cultura, mediante Resolución Directoral Nacional N° 286/INC, declaró PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACIÓN a la danza "Los Negritos de Huayán", resolviendo lo siguiente:
Artículo Único.- Declarar PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACIÓN a la danza "Los Negritos de Huayán", provincia de Huarmey, Región Ancash, en tanto se trata de una manifestación cultural que, por la originalidad de su coreografía y de su música, así como el contenido identitario que tiene para sus portadores, constituye una valiosa expresión del patrimonio inmaterial de Ancash, que contribuye a la afirmación de la identidad colectiva regional y nacional” (Diario Oficial "El Peruano" el 06/Abril/2009).
Esto si que es una interesante fiesta de navidad, sentenció muy animadamente, el jovencito peruano-americano, a quien le prometí, que muy pronto iríamos a Huayán, para disfrutar “en vivo y directo” de esta tradicional y singular fiesta de navidad.
Francisco Castillo Gomero
Arizona-USA
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