31 de mayo de 1970, 3.23 pm. el primer partido del mundial MEXICO´70 había concluido y en espera del siguiente, acomodaba mi televisor de 27¨ blanco y negro, recién comprado, sobre una mesita colocada en el patio de la casa en Puente Piedra. Cuando, sorpresivamente, un fuerte temblor empezó a remecer Lima; entre el susto y el entusiasmo deportivo que se vivía en aquel momento, lo primero que hice fue lanzarme sobre el televisor y agarrarlo para que no se cayera al suelo.
Nos imaginamos, por la intensidad y duración sísmica, que el epicentro habría sido muy cerca de la capital, pero no. A los pocos minutos, los medios de comunicación empezaron a informar que el epicentro fue localizado en el norte del país y conforme pasaba el tiempo y llegaba la noche, se iba confirmando que un terremoto de magnitud 7.9 en la escala de Richter había afectado a los departamentos de Ancash, Huánuco, La Libertad y por extensión Lima y otras ciudades del Perú.
Finalmente, llegó la terrible noticia que Yungay y Ranrahirca habían sido borrados del mapa a consecuencia de un fatídico aluvión; Huaraz totalmente destruido y muchos pueblos de nuestra serranía quedaron incomunicados. Por lo tanto, hasta ese momento Ancash era el más afectado.
Se imaginan la preocupación de familiares que vivíamos en Lima, sin saber de lo que había ocurrido con los nuestros; en este caso, con Huayán donde vivían nuestros padres, hermanos y demás familiares. Inmediatamente, tomamos un carro que viajaba hacia el norte.
Nuestra primera impresión fue tremenda al ver a un Huarmey destruido, con más de 1,300 muertos; pero lo más preocupante fue que, hacia Huayán y a otros distritos aledaños, no había comunicación ni transporte; todo estaba interrumpido.
Con el corazón acongojado tuvimos que retornar a Lima, para ver la mejor forma de saber sobre la situación de Huayán. Por aquella época el único medio de comunicación era el telégrafo, el cual había colapsado por la rotura de los cables.
El resultado final que dejó el terremoto del 70 en todo el departamento de Ancash fue: más de 80,000 muertos, 20,000 desaparecidos y 2 millones de damnificados. Cifras impresionantes si comparamos con otros lugares con terremotos de mayor intensidad, como la de chile en 1960 con una magnitud de 9.5, catalogado como el evento telúrico más potente registrado en la historia de la humanidad, con 2,000 muertos y 2 millones de danificados. En el mismo país otro sismo a inicios del presente año, con una magnitud de 8.8, con 700 muertos; o como el de Pisco, el 15 de agosto del 2007 con una magnitud de 7.9 con 1,000 muertos, 400 desaparecidos y 340,000 damnificados.
Indudablemente, intervinieron otros factores, como el aluvión en Yungay y Ranrahirca así como las casas antiguas de adobe y las calles muy angostas en Huaraz, etc, etc. En Huayán el 90% de las casas fueron afectadas, con mayores daños en el “barrio de abajo”.
La tarea de auxiliar a los damnificados y la reconstrucción de viviendas y edificios públicos fue titánica. Muchos países amigos colaboraron con esta gran tarea y el gobierno de facto al mando del General Velasco Alvarado, actuó con mucha rapidez y honestidad.
El objetivo de esta nota es para resaltar la fortaleza de nuestros pueblos que soportaron dicho castigo de la naturaleza y el valor que tuvieron para levantarse de los escombros para reconstruir sus viviendas y restañarse de sus heridas. Como reza el dicho “no hay mal que por bien no venga” este fatal acontecimiento serviría para retroceder un paso como el tigre y dar un gran salto hacia el futuro.
Para Huayan el 31 de mayo de 1970 representa el punto de quiebre de su vida distrital o poblacional, quedando atrás ese Huayán puro, tradicional y al margen de todo modernidad. Del 70 hacia delante, Huayán por el mismo efecto de reconstruirse, sale de su letargo y lo primero que hace es reconstruir sus viviendas, muchas de ellas con techos de calamina, ya no con las tradicionales tejas. Por esta razón Huayán, visto desde arriba es de color azul metálico por sus calaminas mas no rojizo como antes. En segundo lugar, logra culminar el camino carretero que une con Huarmey y Succha . En tercer lugar la luz eléctrica llega al pueblo, construye su posta médica , instala su servicio de agua potable y se crea un colegio secundario. No podemos dejar de lado la construcción del moderno local municipal, un local comunal, la iglesia matriz, la plaza de armas, un servicio telefónico muy limitado, la plaza de toros y la pavimentación de algunas calles principales. Aquellas calles empedradas de antaño, ya no se verán más.
Estas y otras obras que se realicen en el pueblo será para bien de sus habitantes y sus visitantes, pero para los futuros pobladores de Huayán, una canalización de sus principales recursos hídricos, sería grandioso. Los demás llegaría por añadidura.
Nos imaginamos, por la intensidad y duración sísmica, que el epicentro habría sido muy cerca de la capital, pero no. A los pocos minutos, los medios de comunicación empezaron a informar que el epicentro fue localizado en el norte del país y conforme pasaba el tiempo y llegaba la noche, se iba confirmando que un terremoto de magnitud 7.9 en la escala de Richter había afectado a los departamentos de Ancash, Huánuco, La Libertad y por extensión Lima y otras ciudades del Perú.
Finalmente, llegó la terrible noticia que Yungay y Ranrahirca habían sido borrados del mapa a consecuencia de un fatídico aluvión; Huaraz totalmente destruido y muchos pueblos de nuestra serranía quedaron incomunicados. Por lo tanto, hasta ese momento Ancash era el más afectado.
Se imaginan la preocupación de familiares que vivíamos en Lima, sin saber de lo que había ocurrido con los nuestros; en este caso, con Huayán donde vivían nuestros padres, hermanos y demás familiares. Inmediatamente, tomamos un carro que viajaba hacia el norte.
Nuestra primera impresión fue tremenda al ver a un Huarmey destruido, con más de 1,300 muertos; pero lo más preocupante fue que, hacia Huayán y a otros distritos aledaños, no había comunicación ni transporte; todo estaba interrumpido.
Con el corazón acongojado tuvimos que retornar a Lima, para ver la mejor forma de saber sobre la situación de Huayán. Por aquella época el único medio de comunicación era el telégrafo, el cual había colapsado por la rotura de los cables.
El resultado final que dejó el terremoto del 70 en todo el departamento de Ancash fue: más de 80,000 muertos, 20,000 desaparecidos y 2 millones de damnificados. Cifras impresionantes si comparamos con otros lugares con terremotos de mayor intensidad, como la de chile en 1960 con una magnitud de 9.5, catalogado como el evento telúrico más potente registrado en la historia de la humanidad, con 2,000 muertos y 2 millones de danificados. En el mismo país otro sismo a inicios del presente año, con una magnitud de 8.8, con 700 muertos; o como el de Pisco, el 15 de agosto del 2007 con una magnitud de 7.9 con 1,000 muertos, 400 desaparecidos y 340,000 damnificados.
Indudablemente, intervinieron otros factores, como el aluvión en Yungay y Ranrahirca así como las casas antiguas de adobe y las calles muy angostas en Huaraz, etc, etc. En Huayán el 90% de las casas fueron afectadas, con mayores daños en el “barrio de abajo”.
La tarea de auxiliar a los damnificados y la reconstrucción de viviendas y edificios públicos fue titánica. Muchos países amigos colaboraron con esta gran tarea y el gobierno de facto al mando del General Velasco Alvarado, actuó con mucha rapidez y honestidad.
El objetivo de esta nota es para resaltar la fortaleza de nuestros pueblos que soportaron dicho castigo de la naturaleza y el valor que tuvieron para levantarse de los escombros para reconstruir sus viviendas y restañarse de sus heridas. Como reza el dicho “no hay mal que por bien no venga” este fatal acontecimiento serviría para retroceder un paso como el tigre y dar un gran salto hacia el futuro.
Para Huayan el 31 de mayo de 1970 representa el punto de quiebre de su vida distrital o poblacional, quedando atrás ese Huayán puro, tradicional y al margen de todo modernidad. Del 70 hacia delante, Huayán por el mismo efecto de reconstruirse, sale de su letargo y lo primero que hace es reconstruir sus viviendas, muchas de ellas con techos de calamina, ya no con las tradicionales tejas. Por esta razón Huayán, visto desde arriba es de color azul metálico por sus calaminas mas no rojizo como antes. En segundo lugar, logra culminar el camino carretero que une con Huarmey y Succha . En tercer lugar la luz eléctrica llega al pueblo, construye su posta médica , instala su servicio de agua potable y se crea un colegio secundario. No podemos dejar de lado la construcción del moderno local municipal, un local comunal, la iglesia matriz, la plaza de armas, un servicio telefónico muy limitado, la plaza de toros y la pavimentación de algunas calles principales. Aquellas calles empedradas de antaño, ya no se verán más.
Estas y otras obras que se realicen en el pueblo será para bien de sus habitantes y sus visitantes, pero para los futuros pobladores de Huayán, una canalización de sus principales recursos hídricos, sería grandioso. Los demás llegaría por añadidura.
FRANCISCO CASTILLO GOMERO
(extractos del libro Huayán Querido, en edición)
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